La industria del arte no siempre le otorgó el rol protagónico que merece el género femenino. De hecho, a las mujeres que iniciaban su camino artístico se las catalogaba como poco originales, alegando que copiaban las obras de los hombres. Sus creaciones no se veían en ningún lado, eran desconocidas e ignoradas. El paso del tiempo tuvo su efecto y, lentamente, las cosas fueron cambiando: más y más mujeres aparecieron en escena, con reconocimientos y un lugar cada vez más asentado. Y, si bien queda un largo camino por recorrer – y cada 8 de marzo se refuerza esa premisa -, grandes talentos femeninos emergieron, dando a conocer su arte. Y Argentina no es la excepción. Icónicas mujeres dieron los primeros pasos en el país del Fin del Mundo, marcando un antes y un después en la temática. Hoy en día son miles las artistas que dicen presente en exposiciones, museos, muestras y galerías, intentando dejar atrás años de silencio.
Obras con materiales reciclados, pinturas vivientes e ilustraciones que te trasladan a múltiples universos. Estas son algunas de las creativas promesas de las nuevas generaciones para una buena bocanada de inspiración en el Día Internacional de la Mujer.
Elisa Insúa, la artista plástica que literalmente brilla con sus obras
“Nacer con creatividad y sensibilidad artística es condición necesaria pero no suficiente para dedicarse al arte. Si esas aptitudes innatas no se complementan con trabajo, estudio, lectura, aprendizaje y tesón, creo que la obra artística queda incompleta y por debajo de su potencial”, asegura una de las artistas locales que deja huella. La combinación de sus estudios (Economía Empresarial) y la imperiosa necesidad de crear dieron lugar a un estilo de arte único que utiliza el material reciclado como materia prima. Porque Elisa Insúa logró fusionar los conceptos económicos que absorbió en la universidad con una manifestación auténtica de la sociedad y reflexiones casi filosóficas. No importa qué elementos utilice; todos los de descarte funcionan a la perfección, desde papeles de golosinas hasta envases y tecnología.
Actualmente sus obras se exponen en distintos puntos del mapa y su carrera está en pleno ascenso. Y, si bien Insúa es una de las tantas pruebas de que Argentina está repleta de artistas mujeres extraordinarias, todavía existen ciertos sesgos y estereotipos que juegan en contra. “A los hombres se les considera artistas buenos y serios por default, así como las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Con las mujeres sucede lo contrario: se las prejuzga ingenuas, con una obra débil y superficial, hasta que demostremos lo contrario. Estar constantemente defendiendo nuestro trabajo de este tipo de prejuicios puede resultar agotador”, cuenta.
¿Un consejo para quienes quieran iniciarse en este mundillo? Que antes de pensar en exposiciones, dediquen toda su energía en nutrir y profundizar su obra. Que no se dejen amedrentar por el círculo cerrado y elitista del arte. Que compartan sus procesos con otros artistas. “En mi experiencia ese intercambio es el más enriquecedor”, concluye.
Martina Elisa, el arte viviente y la conexión con experiencias humanas
Martina está convencida de que nació siendo artista. Pinta desde que tiene memoria y, después de aprender de infinitos profesores y perfeccionar distintas técnicas, encontró su propia fórmula. “No quería seguir un patrón de cómo hacer arte o ser artista. Quería sacar para afuera todo lo que tenía dentro mío de la manera más auténtica que saliera. Si creía que algo podía condicionar ese recorrido, prefería mantenerlo al margen”, asegura.
A los 18 años estaba viajando por Italia y tuvo un momento epifánico, casi una revelación divina. Mientras contemplaba las imponentes obras de la Galería degli Uffizi, en Florencia, un remolino de ideas, imágenes y certezas la invadieron y nunca jamás la soltaron. “Como si hubiera podido escuchar una voz que me decía: andá por ello. Me dio mucha paz. El arte se apoderó de mí y entendí que ya no era un pasatiempo, sino una forma de vivir”, narra Martina.
Ahora, con 27, se define como artista plástica y emprendedora, dirige una escuela de arte para niños y jóvenes y se dedica al arte viviente, donde las personas forman parte del cuadro. Su objetivo es generar experiencias sumergibles y transportar al público a diferentes universos. “Me gusta involucrar a los espectadores. Para mi es muy importante que la persona se sienta parte de la obra a través del arte viviente y pueda escribir o compartir lo que sintió”, señala Martina. El gran desafío es transformar ese arte efímero en algo permanente. Para eso cuenta con la ayuda de la fotografía, donde registra para siempre toda su intervención creativa e intelectual. Algunos años atrás publicó su primer libro, un recuento de sus obras plasmadas en papel donde pudo ver materializado su arte.
Martina experimenta constantemente, y ese es justamente el consejo que le regala a la mujer artista. “Le diría que experimente mucho, que pruebe técnicas nuevas, que se anime a ejecutar ideas por más extrañas que parezcan. Me parece imprescindible crear de diferentes maneras para encontrar tu impronta y tu propio lenguaje. El cambio trae crecimiento. También le diría que sea paciente y confíe. ¡Es un camino de muchas aventuras, aprendizajes y esfuerzos del que no se va a arrepentir!”, declara.
Victoria Amor y su creatividad contagiosa
“Vivir del arte es hermoso, es una montaña rusa con muchos colores si me dejan ponerme cursi”. Y la dejamos, porque aunque los momentos de crisis no faltan – sobre todo cuando hay exigencias o presiones de por medio -, en el fondo sabe que para ella no existe otra forma de vivir. Con solo dibujar o pintar porque sí, algo en su interior aparece para confirmarle que efectivamente, este es su camino.
Mientras charla, dibuja. Si ve algo, se lo imagina pintado. Así es Vicky. Muralista, ilustradora, diseñadora gráfica, actualmente vende cursos online de dibujo y pintura en su sitio web y trabaja para marcas que quieran agregarle un toque artístico a su propuesta, ya sea desde la intervención de productos o haciendo arte en vivo en eventos. “Cada proyecto es un universo distinto y eso me mantiene siempre activa y creando”, relata.
Creando se divierte, aprende y ayuda a los demás a destrabarse y a salir del tan temido bloqueo creativo con un método de dibujo especial, enfocado en disfrutar el proceso sin pensar en los resultados. “Lo que siempre trato de hacer y enseñar es a crear desde la intuición y con libertad”, afirma Victoria. Todos somos creativos de alguna forma, de eso está segura. Está en el camino de cada uno descubrir (o no) la vocación de ser artista. “Mucha gente llega al arte buscando un cable a tierra, una terapia y se encuentra con un talento o una forma de vida”, asegura.
No siempre fue así, pero hoy en día Vicky puede afirmar que el mundo del arte es un espacio mucho más igualitario que tantos otros, aunque sigue atravesado por ciertas cuestiones injustas. “Esas son cosas en las que todos todavía tenemos que seguir trabajando para cambiar”, destaca. Aunque cueste, su recomendación para las mujeres que quieran ser artistas es que se animen a ir por lo que les gusta sin dudarlo. “Si estás haciendo algo que te apasiona o que simplemente disfrutás, las ganas de intentarlo no se te van a ir tan fácilmente. Y podés llegar muy lejos”, concluye.